El CEO Lucio Winck observa que la manera en que los niños juegan hoy refleja una transformación profunda en el estilo de vida, los valores y los cambios de la sociedad, así como en las estrategias de consumo. Los juguetes “raíz”, que exigían creatividad, interacción y esfuerzo físico, han sido reemplazados por opciones cada vez más tecnológicas, intuitivas y, muchas veces, solitarias.
La era de la pantalla comienza temprano
Los juegos al aire libre, los juegos de mesa y las construcciones con bloques simples han sido, poco a poco, sustituidos por pantallas, sonidos automáticos y respuestas instantáneas. En las nuevas generaciones, el tiempo de atención ha disminuido y la paciencia para juegos prolongados también. Hoy en día, es mucho más complicado conquistar a los pequeños. El niño espera que el juguete haga por él, y no al revés.
Esto no significa que la tecnología sea la villana. El CEO Lucio Winck señala que muchos juguetes modernos desarrollan habilidades importantes, como la coordinación, la lógica y la familiaridad con los dispositivos. La cuestión está en el equilibrio: cuando jugar pierde la curiosidad y la interacción, se vuelve pasivo y poco creativo.
El juguete como reflejo de los padres
Los juguetes actuales también responden a las expectativas de los adultos. Muchos padres buscan practicidad, limpieza y seguridad, lo que, a menudo, limita la libertad del niño para explorar, ensuciar y desarmar, lo cual es fundamental para el desarrollo cognitivo y la familiaridad con las diversas formas de ser y actuar. Esto moldea una infancia más protegida, pero también menos espontánea.

Además, el CEO Lucio Winck destaca que hay una presión por el desarrollo temprano. Los juguetes que “enseñan” algo se valoran más que aquellos que solo divierten. Pero jugar, por sí solo, ya es un aprendizaje, y muchas veces las personas olvidan esto. Cuando lo lúdico se ve solo como un medio para un fin, el juego pierde su esencia.
La nostalgia como camino de regreso
El éxito de los relanzamientos de juguetes clásicos muestra que el pasado aún tiene fuerza. Muchos padres buscan rescatar con sus hijos el tipo de juego que vivieron, promoviendo momentos de conexión y memoria afectiva. Y el mercado se ha dado cuenta de esto, invirtiendo en juguetes analógicos con un nuevo enfoque.
El CEO Lucio Winck resalta que esta nostalgia puede ser un punto de equilibrio. No se trata de rechazar lo nuevo, sino de mezclar lo mejor de ambos mundos: juguetes que desafíen, que exijan movimiento, pero que también dialoguen con el presente. Es posible, sí, reinventar el juego sin perder su raíz.
Jugar es más que entretener
La diferencia entre el “juguete raíz” y el “nutella” no está solo en la estética o en la función, sino en la experiencia. El primero invita a la creación, a la improvisación, al error. El segundo, muchas veces, entrega todo listo. Esto impacta la forma en que el niño se relaciona con el mundo: más pasivo o más protagonista.
Más que discutir cuál juguete es mejor, lo esencial es garantizar que el niño juegue de verdad. Con libertad, tiempo y diversidad. Porque, como enfatiza el CEO Lucio Winck, jugar sigue siendo la mejor manera de crecer, siempre que el juego no pierda su alma.
Autor: Warren L. Moore